Los operadores del juego online en España respiran tranquilos después de que el Congreso aprobara el pasado 12 de mayo una Ley del Juego comprensiva con sus circunstancias.
Estas casas de apuestas virtuales, que llevan años operando desde paraísos fiscales y sin pagar un solo impuesto, no serán perseguidas por este pasado. Sin embargo, la lógica que dice que el mercado español suele replicar lo que ocurre en Estados Unidos a su debido tiempo debería hacerles seguir con atención al fiscal de Nueva York Preet Bharara.
Cuando las barbas de tu vecino... La Oficina del Fiscal ha acusado a las mayores casas de póquer del mundo como Pokerstars, Fulltilt Poker o Absolute Poker de operar ilegalmente en EEUU. Trata de imputarles por fraude financiero, blanqueo de capitales y apuestas ilegales, delitos por los que podrían ser sancionados con multas de 3.000 millones de dólares. Asimismo, Bhrara intenta arrestar a los directivos de estas empresas que están en EEUU, y, sobre todo, pide la extradición de los ejecutivos que residen en paraísos fiscales como la Isla de Man, en Costa Rica, etc. El FBI ha cancelado sus actividades en EEUU y se ha apropiado de sus dominios.
Mientras, los operadores del juego online en España sólo tienen que cumplir con los tributos que correspondan a los seis meses que van a tardar en recibir licencias. Y pueden seguir anunciándose en las camisetas del Real Madrid y en otros soportes.
De esta forma, los contratos entre los medios de comunicación y las casas de apuestas en línea suscritos hasta 1 de enero de 2011 se mantienen durante el plazo de seis meses que mediará entre la entrada en vigor de la ley y el otorgamiento de licencias, que el Senado prevé que finalice el próximo 1 de enero. Esta publicidad ronda los 50 millones de euros al año. Los patrocinios en los clubes de fútbol, que suponen unos 100 millones, ya gozaban de este amparo, con la salvedad de que quedan todos a resguardo porque son contratos de larga duración.
Todo ello, cuando el mercado del juego en Estados Unidos está mucho más maduro que en España y el resto de la UE. Al otro lado del Atlántico, esa operación del FBI ha revolucionado al sector y ha puesto en el punto de mira la regulación. En septiembre de 2006, el Congreso aprobó la UIGEA (Unlawful Internet Gambling Enforcement Act). Su nombre lo dice: la ley por la que las apuestas en Internet son ilegales.
Así, se prohibió a los ciudadanos norteamericanos participar en juegos de azar a través de Internet, lo que cerró el acceso PartyPoker, la empresa líder en el sector por volumen de clientes, a jugadores de EEUU. Fue sólo el principio de una cascada de compañías que se fueron del país, y que no secundaron esas firmas ahora acusadas por la Fiscalía de Nueva York. Se agarraron a la ambigua definición de aquella ley de 2006 sobre cómo considerar las transacciones dentro del país. La norma dice que está prohibida la transferencia de fondos desde bancos estadounidenses hacia operadores de apuestas online, pero, al parecer, estas compañías camuflaban sus ingresos bajo conceptos distintos al juego.
Hecha la ley, hecha la trampa. Y ahora, hecha la revolución. El cierre de estas firmas marca un hito en la historia del sector, máxime cuando las empresas que dejaron el mercado norteamericano diversificaron sus negocios instalándose en Europa. No hay un acuerdo sobre cómo afectará esta ley a España, pero sí un consenso en que será un referente para la futura ley.
Por el momento, España ha sido más benévola que otros Estados miembros, por ejemplo, Francia. El Real Madrid se tuvo que quitar la camiseta de Bwin en un partido que jugó en Marsella mientras se tramitaba la ley gala.
En ese contexto, se abre ahora en España el periodo transitorio en el que se desarrollarán varios Reglamentos sobre publicidad, licencias, cuestiones técnicas o la Comisión Nacional del Juego, así como tantas órdenes ministeriales como juegos. También habrá consulta pública y se recibirá la notificación de Bruselas, con la idea de que las licencias se otorguen el 1 de enero de 2012. Queda margen de maniobra para operadores y Administración. El sector del bingo español intenta que se defina su estatus. Y el del póquer mira con preocupación a Nueva York.
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